Ted Bundy: La saga de un asesino en serie que utilizaba la careta de un hombre carismático y con encanto personal
Cometió al menos 36 asesinatos entre 1974 y 1978, aunque
se sospecha que la cifra de sus víctimas podría ser incluso mayor. Murió en la
silla eléctrica el 24 de enero de 1989 después de mostrar al mundo un carácter siniestro sin lugar para
el arrepentimiento, y su perfil le ha valido un lugar como uno
de los psicópatas más estudiados de la historia.
Primero negó los hechos, pero
luego intentó retrasar su ejecución informando de nuevos asesinatos, revelando
el lugar donde estaban enterradas las víctimas y colaborando para obtener
prórrogas.
Estudiante
con altas notas en la Universidad de Washington y de Puget Sound, Tacoma, logró
una licenciatura en Psicología y, más tarde, una matrícula en Derecho…
calificado como
"brillante",
por más de un profesor.
Algo, sí, era
extraño pero encantador… Ted —así se llamaría en adelante, abreviado— intentó
varios trabajos, pero duró poco en ellos.
Quién fue Ted Bundy
Las raíces del trastorno de
Bundy se anclaban por tanto en su más tierna infancia. Nacido el 24 de
noviembre de 1946 en Burlington, Vermont, Ted era un hijo ilegítimo.
Louise, su madre, quedó embarazada
de un veterano de
la fuerza aérea a quien nunca conoció. Su familia, que vivía en
Philadelphia, trató de ocultar la deshonra a toda costa, y Ted creció pensando que sus abuelos eran
sus padres y
Louise su hermana mayor.
La infancia de Theodore
Robert Cowell estuvo marcada por un entorno agresivo: fue rechazado por esta y expuesto a la
vergüenza pública
mientras cuidaban de ellos sus abuelos, una pareja donde eran frecuentes los
maltratos.
Las pesquisas periodísticas
concluyeron que Bundy había mostrado las primeras señales de perturbación a
temprana edad. Contaba sólo tres años cuando cogió todos los cuchillos de la
cocina y los colocó alrededor de una tía suya que estaba durmiendo la siesta.
Al despertar, la mujer se encontró las hojas de acero apuntando hacia ella y a
Ted sonriéndole con ternura.
Una infancia y adolescencia traumática
Más tarde, madre e hijo se
mudaron a Washington con la pareja de esta, Johnnie Culpepper Bundy, que adoptó
al niño y le dio su apellido aunque nunca hubo una buena relación entre ellos. Todo
indica que el rechazo de Ted Bundy hacía su padrastro se debía por ser de baja
extracción social.
Los traumas familiares
forjaron en él un carácter poco sociable que encontró una válvula de escape en la crueldad. Desde pequeño siempre vivió sintiendo el rechazo y violencia intrafamiliar,
por lo que empezó a presentar problemas de personalidad y no era sociable, así
que con el tiempo estos rasgos comenzaron a desarrollarse y aumentar hasta el
punto en el que se convirtió en un hombre cruel y despiadado.
Ya adolescente era un joven
emocionalmente desconectado de su entorno, tanto en casa como en la escuela.
Era tímido, introvertido y tartamudo, pero al mismo tiempo narcisista y
ególatra. Se consideraba por encima de la ley, y a los 15 años ya era un consumado
delincuente.
Estudiante ejemplar
Su carácter arisco y
reservado no influía sin embargo en su rendimiento académico. Se graduó con
media de notable e ingresó en la Universidad de Puget Sound (Washington). .
En la primavera de 1967, a
sus 21 años, conocería en la facultad a Stephanie Brooks, su primer amor. Tan bella como inteligente y
adinerada. Lucía una larga melena peinada con raya al medio, un patrón que
luego buscaría obsesivamente en sus víctimas.
Ted estaba profundamente
enamorado, pero ella contemplaba su noviazgo como un simple amorío juvenil. La
relación duró un año, hasta que Stephanie se licenció y cortó la relación antes
de regresar a su hogar en San Francisco.
Se cree, aún muchos años después de todo aquello, que Stephanie fue la obsesión de Ted hasta el final: obsesión que se perpetuó en decenas de cartas para lograr reconquistarla… que nunca fueron respondidas.
Venganza contra el
género femenino
La ruptura fue devastadora
para Ted, que decidió abandonar la carrera para confrontar otras inquietudes.
Con el corazón roto en mil pedazos, reunió el coraje suficiente para regresar
al este y verificar los registros públicos que pudiesen arrojar luz sobre sus
misteriosos orígenes.
No le resultó difícil
constatar lo que siempre había sospechado: Louise, su presunta hermana, era en
realidad quien lo había parido. Con la herida por su fracaso sentimental
todavía por cicatrizar, Ted descubría ahora la traición de su propia madre.
Entonces, sintió que las mujeres habían arruinado su vida y resolvió vengarse
del género femenino.
En un primer momento, aquel
punto de inflexión pareció ejercer una influencia positiva sobre Ted. Regresó a
Washington y finalizó meritoriamente sus estudios de Psicología en la
Universidad de Seattle. En alianza con el anonimato que le ofrecía la gran
ciudad, se reinventó a sí mismo.
La tartamudez dio paso a unas
dotes retóricas y persuasivas asombrosas, y la timidez derivó en confianza. Forjó
paso a paso una personalidad encantadora. Súbitamente, un nuevo Ted Bundy entraba
en escena.
Así quien juzgara a una
persona solo por su apariencia, inevitablemente se convertiría en su próxima
víctima.
Rasgos distintivos
Hasta sus 28
años, Theodore Robert Cowell, nativo de Burlington, estado de Vermont, fue un Golden boy, "nuestro mejor muchacho", según la elogiosa expresión de
profesores, compañeros de estudio y amigos.
Ted tenía —de sobra— los
dotes que abren las puertas más infranqueables: carisma, sonrisa, cultura, lenguaje
suave y envolvente…
Pero el brutal cambio aun tardaría. Ted, el encantador,
el mejor vestido, el gran conversador, pasó tres años aplicado a obras
comunitarias y los ingenuos vecinos de Seattle dejaron escapar lágrimas cuando la policía condecoró a Ted por salvar
de morir ahogado a un niño de tres años.
Fue por esa época cuando Ted
comenzó a mostrarse activo en política, llegando a convertirse en un joven
baluarte en las filas del Partido Republicano. Trabajó en la campaña para la
reelección del Gobernador Daniel J. Evans, que en 1968 había sonado como
posible candidato a la vicepresidencia de EEUU, en el ticket electoral de
Nixon.
La metamorfosis que había
ocurrido en la personalidad de Ted le atrajo nuevamente los favores de
Stephanie Brooks, con quien se había reencontrado durante un viaje de negocios
a San Francisco. El nuevo Bundy desprendía seguridad y confianza. Era
irresistible.
Le pidió matrimonio a
Stephanie y ella aceptó
de inmediato.
Ted estuvo mandando cartas a su amada durante mucho
tiempo, y después de cinco años con otra compañera, Elizabeth Kloepfer, volvió
con su primera novia. En 1973 Ted vivió su último instante de luz: pasó el
verano y el invierno de ese año con Stephanie, su sueño eterno… pero un día tomó
la decisión de alejarse de ella para siempre. Ya nunca más la volvería a ver.
En 1973,
después de abandonar a su adorada Stephanie, empezó a tomar alcohol y a robar en casas
y comercios.
Y el 4 de enero de 1974 levantó el telón y
puso en escena una insólita carrera de sangre y muerte. Mostraría al mundo el
verdadero Ted Bundy que tan celosamente escondía.
¿Cómo las enganchaba?
Llegó un punto
en el que se dio cuenta que era un hombre con cierto encanto, por lo que no le
costaba trabajo entablar relación con las mujeres; además, de que tenía una táctica que no le fallaba: solía
hacer uso de escayolas, muletas y
simulaba tener el brazo lastimado para dar una falsa idea de indefensión a sus
víctimas.
Las víctimas de Ted Bundy
En 1974, cuando aún en estaba
en la facultad de Derecho, Ted Bundy cometió el primer asesinato, después del
cual vendrían algunas decenas más. Este asesino en serie frío y calculador
atraía con su carisma a chicas jóvenes que asesinaba de un manera brutal como
si fuese odio lo que sintiera por las mujeres.
Joni Lenz y Lynda Ann Healy, las primeras víctimas
Tras descubrir los crímenes
de Ted Bundy se descubrió un patrón similar en todas las víctimas: mujeres jóvenes, morenas y de pelo largo, en las que el asesino proyectaba la
imagen de su madre y la de su primera novia Stephanie Brooks.
Ese día entró
al cuarto de la estudiante universitaria Joni Lenz, de 18 años, la golpeó con una barra de hierro, y la
violó… con una pata de la cama.
Al brutal desgarro siguió un daño cerebral permanente.
Casi un mes
más tarde atacó en su dormitorio a la estudiante Lynda Ann Healy, de 21 años,
la desvaneció de un golpe, y se la llevó. El cadáver de Lynda apareció un año
después, semienterrado en una montaña cercana a la Universidad de Washington.
Roberta Parks una víctima ingenua de su modus
operandi
Después del asesinato de su
primera víctima vendrían muchos otros como el de Carol Valenzuela, una joven de
20 años desaparecida en Vancouver, y el de una joven de 16 años, Donna Masson, que desapareció mientras iba a un
concierto de jazz en el campus universitario de Washington.
Pero uno de sus crímenes más célebres por su
modus operandi
fue el de Roberta Parks: un chico atractivo con el brazo roto y un cabestrillo
pide ayuda a esta joven de 20 años para cargar los libros al coche. Entonces
aprovecha para secuestrarla. Su cuerpo apareció un mes después en un lago
cercano.
Brenda Ball, la chica que quería llegar a casa
En junio de 1974, Brenda Ball
salía de una taberna con la intención de llegar a casa. Había dicho a sus
amigos que buscaría alguien que la llevara, y los testigos aseguran haberla
visto por última vez hablando
con un joven con un cabestrillo.
Nunca más apareció.
La cifra aumenta: Janice Anne Ott y Denise Naslund
El número de víctimas fue
aumentando, y la policía se centraba cada vez más en el perfil de un asesino en serie que actuaba con el
brazo en un cabestrillo.
En julio del mismo año Janice Ott salió a dar una vuelta en bici por el campus
de la universidad, y desapareció sin dejar rastro. La vieron hablar por última
vez con un joven con el brazo enyesado.
Tres días más tarde, Ted Bundy abdujo a Denise Naslund, su cadáver sería encontrado
posteriormente junto al de Janice Ott.
Modus Operandi
Registradas ocho víctimas,
los investigadores empezaron a encontrar patrones, y a desentrañar su modus
operandi. El criminal ataca tanto de noche como de día, a juzgar por la hora de
las denuncias de desapariciones.
Según testimonios, era un
hombre joven y bien parecido que iba cargado de libros, con un brazo enyesado y
en cabestrillo, y pedía ayuda a mujeres jóvenes para entrar en su auto, un
Volkswagen, y a veces para hacerlo arrancar.
Muchas de sus víctimas eran
decapitadas. Por lo general se hallaban los cráneos destrozados y la mandíbula
fracturada. Las dejaba desnudas, les quitaba toda la ropa y las iba arrojando
por la carretera junto con objetos personales.
Registro de las víctimas
Nueve
de febrero:
Carol Valenzuela, 20 años, desaparecida en Vancouver, Canadá. Su cadáver, junto
a otro, fue descubierto en octubre.
Once de febrero: Nancy Wilcox, 16 años,
desaparecida y jamás hallada.
Doce de marzo: Donna Masson, 19 años, desaparecida
mientras iba a un concierto de jazz en el campus universitario.
Diecisiete de abril: Susan Rancourt, 18 años,
desaparecida mientras caminaba por los jardines del Central Washington State
College.
Diecisiete de mayo: Roberta Parks, 20 años, citada por
unas amigas para tomar café… nunca llegó al lugar. Un hombre con un brazo
enyesado le pidió ayuda para subir algunas cosas a su auto. Jamás volvieron a
verla. Hallarían su cráneo en Montaña Taylor, aproximadamente a 30 km. de
Seattle, al pie de la Cordillera de las cascadas.
Primero de junio: Brenda Ball, 22 años, salió de la
taberna Flam de Burien, Washington, luego de decirle a unos amigos que buscaría
a alguien que la llevara a dedo a Sun City, California. La última vez que la
vieron, hablaba con un hombre… que tenía un brazo en cabestrillo. Veinte días
más tarde denunciaron su desaparición. Nunca llegó a Sun City…Hallarían sus
restos junto con los de Roberta Parks.
Once
de junio:
Georgann Hawkins, 18 años, de la fraternidad Kappa Alpha Theta, Seatlle,
desapareció después de despedirse de su novio y buscar unos libros para
preparar un examen de castellano. Nadie volvió a verla. Su cráneo con la
mandíbula fracturada en tres partes sería encontrado en Issaquah, Washington, a
10 Km. del lago Sammamish.
Catorce de julio: la estudiante Janice Ott le dejó una
nota a su compañera de cuarto: "Me voy en bicicleta al parque Lake
Sammamish". Allá la vieron hablar con un hombre que tenía un brazo
enyesado y le pidió ayuda para subir unos libros a su auto.
Horas más
tarde, el mismo hombre regresó tranquilamente y abdujo en ese parque a Denise
Naslund, que pasaba el día con su novio y unos amigos. Los cráneos de estas 2
jóvenes serían encontrados junto con el
de Georgann Hawkins en Issaquah, Washington, a 10 Km. del lago Sammamish.
Dieciocho
de octubre:
secuestró y asesinó a Melissa Smith, la hija del sheriff local, cuando esta iba
a pasar la noche en la casa de una amiga. Su cadáver fue encontrado nueve días
después en Summit Park.
Treinta de octubre: Laura Aimee, 17 años, secuestrada
cuando volvía de una fiesta de Halloween. Su cuerpo apareció en los montes
Wasatch. Tenía la cabeza golpeada con un objeto de metal, y había sido violada.
Carol DaRonch, salvo su vida porque enfrentó al
asesino
Ted estaba imparable y
cometía los crímenes cada vez más de forma descontrolada. Después de matar a la
hija del sheriff local y a otra joven, Laura Aimee, violándola y golpeándola
sádicamente con una barra de hierro en la cabeza, Ted Bundy comete un gran error que conducirá la policía hasta él.
A medida que pasaba el tiempo
sus agresiones eran más erráticas llevándolo a cometer desatinos, lo cual
permitió a las autoridades encontrar testigos que le ayudasen a elaborar un
patrón de comportamiento para la construcción de un perfil que diera en su captura.
Soberbio y
creyéndose impune, Ted Bundy se equivocó el 8 de noviembre de 1974 –el año
satánico–, cuando se acercó a Carol DaRonch en el Fashion Place Mall de Murray,
Utah, y simuló ser un oficial
de policía: un
brusco cambio en su modus operandi.
"Alguien
quiso robarte el auto. Vamos a la comisaría para hacer el informe",
dijo. Carol, confiada, subió. Ted avanzó unos metros, frenó de golpe, sacó
su pistola, e intentó esposarla. Pero solo pudo atraparle una muñeca. Ella
luchó con uñas y dientes, lo golpeó en la cara, se tiró del auto y logró que un
conductor que pasó por allí la llevara a la comisaría. Una vez allí, narró el episodio y describió al hombre,
su auto, y fue posible detectar el grupo de sangre de Ted entre los restos de
la pelea.
Esa misma
noche —8 de noviembre—, Debbie Kent, 17 años, desapareció de la playa de
estacionamiento del instituto Viewmont, cuando se disponía a ver con sus padres
una obra de teatro.
Un mes más
tarde, un hombre denunció a la policía que la noche de la desaparición de Debby
vio salir a toda carrera, de ese mismo estacionamiento, un Volkswagen de color
claro, posiblemente beige…
Se desplaza a Colorado
Llegado el año 1975, Ted
Bundy cambió de escenario: las montañas de Colorado.
Doce
de enero: Caryn
Campbell, 23 años, acompañó a su novio, el doctor Raymond Gadowski, a un
seminario en Aspen. Mientras estaban en el salón del hotel, ella volvió a su
habitación para buscar una revista… pero no volvió. Gadowski y sus hijos
esperaron unas horas, y denunciaron la desaparición. Un mes después, un obrero
encontró el cadáver de Caryn en un banco de nieve, a varios kilómetros del
hotel. La habían violado y golpeado con saña, con furia…
Primero de marzo: apareció un cráneo en una zona
boscosa de Montaña Taylor: era de Brenda Ball. La batida policial posterior
reveló partes de los cuerpos de Lynda Healy, Susan Rancourt, Roberta Parks y
Donna Mason…
Quince de marzo: Julie Cunningham, 26 años,
secuestrada mientras iba a una taberna en Vail. Su cuerpo no fue encontrado.
Seis de abril: luego de una discusión con su marido,
Denise Oliverson, 25 años, fue a visitar a sus padres en Grand Junction. No
llegó, ni volvió a su casa. Desaparecida. Cuerpo nunca hallado.
Quince de abril: Melanie Cooley, 18 años, desapareció
al volver de la escuela. Un obrero vial encontró su cadáver el 23 de ese mes.
Atadas sus manos, la habían golpeado con una barra de hierro, y una funda de
almohada le apretaba el cuello. Además, violada.
Primero de julio: Shelley Robertson, 24 años, viajaba
por el país haciendo autostop. Sus amigos pasaron varios días sin noticias de
ella. Algunos testigos dijeron que la vieron hablando en una estación de
servicio con un hombre que manejaba un viejo camión. El 24 de agosto, su
cadáver fue descubierto por dos estudiantes en el pozo de una mina no lejos de
Georgetown.
Pero fue el principio del fin…
Eligió
moverse. Ir de un estado a otro. Cambiar de modus operandi. Pero sus ataques se
tornaron cada vez más erráticos y temerarios: había perdido toda la sutileza
del cazador, del asesino profesional. Dejaba huellas en todos lados. Como suele suceder con los asesinos
seriales, juegan al gato y al ratón… hasta que quieren ser atrapados. Liberarse de esa carga…
Y así cayó Ted
Bundy
El 16 de
agosto de 1975, un patrullero detuvo un Volkswagen para un control de rutina:
comprobar su matrícula. Pero el hombre al volante huyó con el acelerador a
fondo.
Desde luego,
no tardaron en atraparlo.
Su documento decía Theodore Robert Bundy. En el auto había una barra de hierro,
esposas, máscaras, cinta adhesiva, y otros objetos ligados a los crímenes, pero nada que incriminase de forma
definitiva a este hombre.
El juicio empezó el 23 de febrero de 1976 por secuestro agravado. Ted, de 29
años, confiado, sonreía:
—No tienen pruebas contra mí.
Pero Carol DaRonch lo reconoció:
— ¡Es el hombre que trató de secuestrarme y amenazó con matarme!
La
sentencia fue leve: quince años de prisión con posibilidad de libertad
condicional.
Las pruebas
psico y toxicológicas concluyeron que no era psicótico, drogadicto ni
alcohólico, y no presentaba signos de daño cerebral.
Pero unos cabellos de mujer encontrados por los peritos en el
Volkswagen eran, sin duda alguna, de Melisa Smith y de Caryn Campbell y que las contusiones en sus cráneos
correspondían a la barra de hierro usada en casi todos sus crímenes.
Se fuga por
primera vez de la Biblioteca de la Corte de Aspen, Colorado
Así, Ted
Bundy afrontaba un
nuevo juicio.
Esta vez, por asesinato…
Rechazó a los abogados de la defensa: decidió representarse a sí mismo. Para
ello le permitieron ir periódicamente a la Biblioteca de la Corte de Aspen… y
el 7 de junio de 1976,
saltó desde una de las ventanas,
se rompió un tobillo, eludió a la policía durante una semana viviendo del robo
y durmiendo en un ómnibus abandonado… hasta que cayó preso mientras intentaba
robar un Volkswagen con las llaves puestas…
Se fuga por
segunda vez de una celda de máxima seguridad, del Condado de Garfield, Colorado
Enero
de 1977: otra fuga, esta vez cuando las autoridades
estaban seguras que el reo estaba a buen resguardo, y descubierto recién a
media tarde del día siguiente.
Esta vez,
Bundy tenía otros planes. Viajó a Michigan, siguió Atlanta y su destino final…Florida.
Ahora
sembraba el terror en la Universidad de Florida.
A los ocho
días de haberse fugado, entró en el edificio de la fraternidad universitaria
Chi Omega y asesinó salvajemente a Lisa Levy y Margaret Bowman y atacó a Karen
Chandler y a Kathy Kleiner, dejándolas en estado de gravedad. Además le haría
lo mismo a una quinta estudiante al entrar en su apartamento a solo unas
cuadras de allí.
Fue la marca
de su dentadura en una de las víctimas, Lisa Levy, a la que mordió en un pecho
y en los glúteos la que aportó las pruebas necesarias para llevarlo al corredor
de la muerte.
Su última
víctima fue Kimberly
Leach, de solo
12 años. En total confesó 36 asesinatos, pero especialistas consideran que el
número pudo ser mayor.
A raíz de
esos ataques brutales, la policía de Florida le puso precio a la cabeza de ese
asesino. Ya no habría escape para Ted Bundy…
El Juicio
En el juicio,
los testimonios fueron aplastantes. Nita Neary juró que Ted Bundy. era el
hombre que vio huir de la fraternidad. El dentista M. Souviron probó que las
mordeduras de dientes en el cuerpo de Lisa Levy coincidían con la dentadura del
acusado.
El 31 de
julio de 1979, luego de siete horas de deliberación, el jurado lo declaró
culpable de todos los cargos, y el
juez Cowart lo sentenció a morir en la silla eléctrica.
Pero el
monstruo no se rindió: como abogado de sí mismo, logró tres postergaciones de
la pena capital en 1986: marzo, julio y noviembre.
Este criminal
usaba y abusaba de su encanto personal y no dudó en utilizar esta capacidad en
su lucha por retrasar su final.
Últimos momentos
Sus últimos
pasos: llamó por teléfono a su madre y rechazó la última comida de los
condenados a muerte.
Meses antes,
en entrevistas con la prensa, culpó de su instinto criminal a su abuelo, el
diácono Samuel Cowell:
—Era un tirano abusador y racista. Odiaba a los negros, a los italianos, a los
judíos, a los católicos. Torturaba animales. Y coleccionaba pornografía en su
invernadero.
En su último reportaje, dijo:
—Soy el hijo de puta más
duro que jamás han conocido. Pero hay personas que al mirarte irradian una
especie de miedo. Invitan al abuso. Lo fomentan. Además, ¿qué es uno menos, qué
significa uno menos en la faz del planeta?
Palabras que
le dan razón al criminólogo Robert Ressler:
—La prensa
interpretó muy mal el encanto personal de Ted Bundy. No era el Rodolfo
Valentino de los asesinos seriales, como se dijo. Era un hombre brutal, sádico
y pervertido.
Este
"sádico sociópata que obtenía placer con el dolor de otro ser humano y el
control que tenía sobre sus víctimas, hasta el punto de la muerte, e incluso
después", como lo describió la biógrafa Ann Rule, solía estrangular o golpear a
sus víctimas y las mutilaba después de la muerte tras obtener gratificación
sexual.
En 1987, la
doctora Dorothy Otnow Lewis, diagnosticó a Ted Bundy como maníaco depresivo y
después consideró que sufría de personalidades múltiples.
Durante sus últimos años
algunos psiquiatras le realizaron entrevistas en los que contó su vida; además,
de que confesó su adicción por la pornografía. Los resultados de las pruebas
que le hicieron lo calificaban como una persona egocéntrica, impulsivo,
inmaduro, con complejo de inferioridad, entre otras características.
El Final
Buscando
aplazar el cumplimiento de su sentencia, le confesó al doctor Bob Keppel, jefe
de investigadores del Departamento de Justicia de Washington D. C. Con quien
había colaborado tiempo atrás en la búsqueda de Gary Ridgway (asesino en serie
conocido como The Green River Killer), algunos de los lugares en dónde
había ocultado restos de varias de sus víctimas.
En su casa se descubrieron
algunas cabezas de sus víctimas. En Ted Bundy fue catalogado como perversión y
compulsión necrofílica (dictamen médico).
El 17 de
enero de 1989 obtuvo la fecha definitiva fue electrocutado el 24 de enero de
1989 y declarado muerto a las 07:16 de la mañana. Tenía 43 años.
Los restos de
Ted Bundy fueron cremados y no tuvo un funeral público; se sabe que había
solicitado que sus cenizas fueran esparcidas en la Cordillera de las Cascadas,
en Washington, donde se encontraron al menos a cuatro de sus víctimas, en
Montaña Taylor, ubicada al pie de la Cordillera.
Morbosa
fascinación
Durante sus años en prisión
Ted Bundy recibió decenas de carta de admiradores, iniciando un fenómeno de
atracción por los criminales que se repetiría en casos como el de Charles
Manson. Además de un depredador, este asesino genera una morbosa fascinación
que se traslada también a la ficción.
Una vez ya en la cárcel, a pesar
de todos los crímenes que había cometido tenía fans que le enviaban cartas y
le decían que lo amaban.
Frases célebres de Ted Bundy
¿Qué es uno menos? ¿Qué significa una persona menos en la faz del planeta?
Nosotros los asesinos seriales somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes. Y habrá más de sus niños muertos mañana.
Toda la rabia que he estado desahogando con las mujeres que maté, estaba dirigida contra mi madre.
No me siento culpable por nada. Siento lástima por las personas que se sienten culpables.
La sociedad quiere creer que puede identificar a las personas malvadas, o a las personas malas o dañinas, pero no es factible. No hay estereotipos.
He conocido gente que irradia vulnerabilidad. Sus expresiones faciales dicen ‘tengo miedo de ti’. Estas personas invitan al abuso. Esperando a ser heridos, ¿lo animan sutilmente?
La fantasía que acompaña y genera la anticipación que precede al crimen es siempre más estimulante que el inmediato resultado del crimen en sí.
Tengo el mejor abogado que conozco: yo.
No creo que nadie dude de si he hecho algunas cosas malas. La pregunta es: ¿qué?, por supuesto, y ¿cómo? y, quizá lo más importante, es ¿por qué?
Innumerables millones de personas han recorrido esta tierra antes que nosotros, han pasado por esto, por lo que esta es solo una experiencia que todos compartimos.
Sin duda, merezco el castigo más extremo que tiene la sociedad y la sociedad merece, con seguridad, ser protegida de mí y de otros como yo.
Los hombres y las mujeres no poseen visiones del futuro. Están poseídos por ellos.
Me gustaría que dieran mi amor a mi familia y amigos.
Quiero dominar la vida y la muerte.
Qué si he causado daño físico a otra persona? No, no, es decir, no, en el contexto al que usted se refiere.
Soy mucho más maduro ahora. Créanme, he aprendido mucho sobre mí mismo. Durante el año que he pasado en prisión he aprendido mucho.
Me parece absurdo pedir misericordia por algo que no hice.
Trata de tocar el pasado, trata de lidiar con el pasado. No es real. Es solo un sueño.
Fuente: Espanadiario.net/ El mundo.es/ Infobae.com/ Asesinos en serie